• Imagen 1 HISTORIA DE LOS HIMNOS
    Conocer cual fue la inspiracion de nuestros himnos es conocer nuestra propia historia, detras de cada alabanza hay un proposito de Dios para nuestras vida

El cantar de los ángeles

Llamativa la declaración que realiza la mensajera del Señor respecto a los cánticos celestiales: “[Muchos profesos cristianos] no conocen el lenguaje del cielo, y no están educando sus mentes para estar preparados a fin de poder cantar los himnos del cielo, o deleitarse en los ejercicios espirituales que allí, recibirán la atención de todos (37S 88).” Uno podría hablar de la música que se escucha en iglesias y congregaciones, radios y librerías cristianas. Te propongo que con la imaginación te traslades a las cortes celestiales, donde querubines, serafines y demás ángeles cantan a nuestro gran Dios y su Hijo Jesucristo. ¿Que música escucharías? ¿Cuales serían los ritmos, las voces y los cantos que entonarían las inteligencias celestiales? Veamos los siguientes puntos de alguien que no se imagino estas escenas, las vió y escribió tal como sucedieron.

La música en el cielo.
Vi la belleza del cielo. Oí a los ángeles cantar sus himnos arrobadores, tributando alabanza, honra y gloria a Jesús. Pude entonces tener una vaga percepción del prodigioso amor del Hijo de Dios (3TS 18).
Los ángeles como instrumentistas.
Se me ha mostrado el orden, el orden perfecto del cielo, y me he sentido arrobada mientras escuchaba la música Perfecta que hay allí. Después de salir de la visión, el canto aquí me ha sonado muy duro y discordante. He visto compañías de ángeles, de pie bajo una concavidad acústica, teniendo cada uno un arpa de oro. Cada arpa tenía en uno de sus extremos un instrumento para ajustarla o cambiarle el tono. Los dedos de los ángeles no se deslizaban descuidadamente sobre las cuerdas, sino que tocaban diferentes cuerdas para producir los diferentes sonidos. Siempre hay un ángel que dirige, el que primero toca el arpa y da el tono; entonces, todos se unen en la rica y perfecta música del cielo. Es algo que no puedo describir. Es una melodía celestial divina, mientras de cada rostro se proyecta la imagen de Jesús, brillando con una gloria inexpresable (1T 146).
Música arrobadora y tonos melodiosos.
Transportese repentinamente al cielo a estos hombres y mujeres que están satisfechos con su condición de enanos e inválidos en las cosas divinas, y hágaseles considerar por un instante el alto y santo estado de perfección que reina siempre allí, donde toda alma está llena de amor, donde todo rostro resplandece de gozo, y se elevan melodiosos acentos de música arrobadora en honor de Dios y del Cordero (3TS 90).
Las almas redimidas son temas para cantos.
El alma redimida y limpiada de pecado, con todas sus nobles facultades dedicadas al servicio de Dios, es de un valor incomparable; y hay gozo en el cielo delante de Dios y de los santos ángeles por cada alma redimida, gozo que se expresa con cánticos de santo triunfo (CC 126) 
Eco del canto de los ángeles en nuestros hogares.
Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanza y acción de gracia del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a cantores celestiales. La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza (Ed 168).
El agradecimiento es la clave del cielo.
Surgiría dificultades que probarán su fe y su paciencia. Enfréntese a ellas con valor. Mire el lado, brillante. Si la obra es estorbada, cerciórese de que no es su falta, y entonces siga adelante, regocijándose en el Señor. El cielo está lleno de gozo. Resuena con las alabanzas a Aquel que hizo un sacrificio tan maravilloso para la redención de la raza humana. ¿No debería la iglesia en la tierra estar también llena de alabanza? ¿No deberían los cristianos publicar por todo el mundo el gozo, de servir a Cristo? Los que en el cielo se unan con el coro angélico en su cántico de alabanza, deben aprender en la tierra el canto del cielo, cuya clave es la acción de gracias (7T 244).
Alabad a Dios.
"El que sacrifica alabanza me honrara" (Sal. 50: 23), dice el Señor. Todos los habitantes del cielo se unen para alabar a Dios. Aprendamos él canto de los ángeles ahora, para que podamos cantarlo cuando nos unamos a sus huestes resplandecientes. Digamos con el salmista: "Alabaré a Jehová en mi vida: cantaré salmos a mi Dios mientras viviere". "Alábente los pueblos, oh, Dios: todos los pueblos te alaben" (PP 294).
La adoración en las cortes celestiales.
La música parte de la adoración a Dios en las cortes celestiales, y debemos tratar de acercarnos lo más posible a la armonía de los coros celestiales en nuestros cantos de alabanza. El adecuado adiestramiento de la voz es una característica importante de la educación y no debiera, descuidarse (ST 14-3-1900).

El Canto de la experiencia

"Miré, y vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él 144.000 que tenían el Nombre del Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes.  Y oí una voz del cielo como el estruendo de muchas aguas, como el estampido de un gran trueno.  Sin embargo, era el sonido de arpistas que tañían sus arpas. 
Cantaban un canto nuevo ante el trono, ante los cuatro seres vivientes y ante los ancianos.  Y ninguno podía aprender ese canto sino los 144.000 que fueron redimidos de entre los de la tierra."
                                                                                                                        (Apocalipsis 14:1-3)
"Y cantaban el canto de Moisés siervo de Dios, y el canto del Cordero, diciendo: "¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso! ¡Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones!"                                                                                                          (Apocalipsis 15:3)
"Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu herencia, en el lugar de tu habitación que tú has preparado, oh Eterno, en el santuario que afirmaron tus manos. El Eterno reinará por los siglos de los siglos".                                                                                                                (Éxodo 15: 17,18)

"Delante del trono, sobre el mar de cristal, -ese mar de vidrio que parece revuelto con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios- hállase reunida la compañía de los que salieron victoriosos "de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre." Con el Cordero en el monte de Sión, "teniendo las arpas de Dios," están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, "una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas." Cantan "un cántico nuevo" delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un canto de liberación. Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia -una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás. Son "éstos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere." Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por "primicias para Dios y para el Cordero." (Apocalipsis 15: 2, 3; 14: 1-5.) "Estos son los que han venido de grande tribulación;" han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues "han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero." "En sus bocas no ha sido hallado engaño; están sin mácula" delante de Dios. "Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono tenderá su pabellón sobre ellos." (Apocalipsis 7: 14, 15.) Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, al sol que tenía el poder de quemar a los hombres con un intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero "no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos." (Apocalipsis 7: 14-17.)
En todo tiempo, los elegidos del Señor fueron educados y disciplinados en la escuela de la prueba. Anduvieron en los senderos angostos de la tierra; fueron purificados en el horno de la aflicción. Por causa de Jesús sufrieron oposición, odio y calumnias. Le siguieron a través de luchas dolorosas; se negaron a sí mismos y experimentaron amargos desengaños. Por su propia dolorosa experiencia conocieron los males del pecado, su poder, la culpabilidad que entraña y su maldición; y lo miran con horror. Al darse cuenta de la magnitud del sacrificio hecho para curarlo, se sienten humillados ante sí mismos, y sus corazones se llenan de una gratitud y alabanza que no pueden apreciar los que nunca cayeron. Aman mucho porque se les ha perdonado mucho. Habiendo participado de los sufrimientos de Cristo, están en condición de participar de su gloria" (Conflicto de los Siglos págs. 707-708)

UN NUEVO CANTO EN NUESTRO CORAZÓN

"Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.  Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová." (Sal. 40: 3.)

"El que cree en Cristo se hace uno con Cristo para mostrar la gloria de Dios, pues Dios ha puesto un nuevo cántico en su boca, una alabanza al Señor. Diariamente desea conocer más de Cristo para que pueda llegar a ser más como él.  Discierne las cosas espirituales y disfruta de la contemplación de Cristo; y al contemplarlo, es transformado imperceptiblemente a la imagen de Cristo... No hace depender la aceptación de Dios de lo que el pueda hacer, sino que descansa completamente en los méritos de la justicia de Cristo.  Sin embargo, sabe que no puede ser negligente y ser hijo de Dios.  Escudriña las Escrituras que testifican de Cristo ante él, que lo presentan como el Modelo perfecto...
Ante su mente se despliega una verdad preciosa, y la recibe en el santuario íntimo de su alma.  Las atracciones del mundo le resultan insípidas pues la gloria y el valor de la eternidad se abren ante él.  Puede decir con el apóstol:   "No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios" (1 Cor. 2: 12).
El que tiene una experiencia genuina en las cosas de Dios, no será indiferente para los que están en tinieblas, sino que preguntará: ¿Qué diría Jesús a estas pobres almas necesitadas?  Procurará hacer brillar su luz.  Orará en procura de sabiduría, gracia y tacto, para saber hablar una palabra en sazón al cansado.  En lugar de ocuparse de conversar de cosas baladíes, de chancear y bromear, será un mayordomo fiel de la gracia de Dios, aprovechará al máximo sus oportunidades, y la semilla sembrada brotará y dará frutos para vida eterna.  El tesoro de la verdad está en su corazón y puede producir buenas cosas" (Youth's Instructor, 22-12-1892). (Alza tus Ojos pág.161)

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